viernes, 14 de noviembre de 2014

Zanzíbar/Tanzania

Zanzíbar 

El viaje más al sur que yo he realizado, atravesar el ecuador… y bajar, hasta una isla muy cerca del continente africano, Zanzíbar… desconocida para mí, sólo sabía que era la cuna de Freddie Mercury… y hasta ahí podía leer. Pero era uno de tantos destinos deseados… África. Siempre me llamó y me atrajo como un imán, ya había pisado continente africano, Egipto, pero… quería el África subsahariana, la de la sabana, los animales salvajes en libertad en su medio, los ríos y lagos llenos de cocodrilos e hipopótamos… esa. Como norma en estos viajes, sería un viaje largo, muy largo…

volábamos con la Ethiopian Airlines, con todas las comodidades de las compañías internacionales con vuelos de larga distancia. Salimos de Madrid hacia Adiss Abeba, hicimos escala y reanudamos vuelo hacia Dar es Salam ya en tierras tanzanas, hicimos escala y damos el último salto, saltito… diría yo, 

ya que Zanzíbar está relativamente cerca, no llegó a una hora y aterrizamos en Stone Town, la capital de Zanzíbar, pero nos esperaban entre cuatro y cinco horas por carretera hasta Nungwi que era donde nos alojábamos y donde teníamos el buceo planificado. 

Lo primero que me sorprendió al llegar era la alegría y la amabilidad de los zanzibareños, quien diría que ha tenido una historia llena de penalidades y calamidades, de abusos y explotación, no tienen apenas nada, pero no se les quita la sonrisa del semblante. 


Llegamos al Smile Beach Resort, no era de gran lujo como el Hilton, justo al lado nuestro pero estaba muy bien, estancias amplias y camas amplias, con mosquiteras todas ellas, muy importante. Nungwy es una población no muy grande, como Stone Town, no tiene calles asfaltadas, y se vive fundamentalmente de la pesca y el turismo, la playa era enormemente larga y grande, 


coralina de arena blanca y fina (carbonato cálcico, esqueleto de coral molido) con unas mareas muy vivas, ya que es muy plana con poca inclinación, las mareas cuando suben llegan a las casas, 


que suelen estar en alto, y cuando se retiran los barcos quedan varados en la arena, pero es muy exótica y paradisíaca. Nuestro centro de buceo era el Spanish Dancer, 

regido por compatriotas que llevan ya viviendo allí muchos años y se han adaptado a la vida y al ritmo swahili, ya que hay muchísimos masai viviendo allí, íbamos andando desde el hotel al centro de buceo, por la playa cuando la marea estaba baja y por dentro del pueblo cuando había pleamar, 


nuestra embarcación era un “dhow” típica embarcación zanzibareña, que cumplía su cometido, aunque originariamente no estaba diseñada para estos menesteres, fondeada en la playa, teníamos que llegar a ella como los buzos de combate, llevando nuestro equipo con el agua hasta la cintura o más arriba, pero el buceo estaba bien, con muchas especies ya conocidas, 



no en vano estamos en el Índico, en el extremo más occidental pero en el Océano Índico al fin y al cabo, no vimos vida grande, lo más alguna tembladera y alguna sepia gigante, las inmersiones variopintas y variadas, desde arrecife a paredes y drop off, con mucha vida, más bien pequeña… 



no vimos bichos grandes, tuvimos de todo… oleaje, mar de fondo otro día, con poca visibilidad… fuimos testigos de un naufragio y fuimos embarcación de rescate, nos disponíamos a iniciar nuestra singladura para la segunda inmersión del día, el mar estaba movida… 



muy movida, íbamos lejos de la línea costera de arrecifes para no tener un accidente, cuando de pronto a babor en nuestro mismo sentido, una zodiak con buceadores, iba muy pegada a la rompiente de las olas contra los arrecifes y muy, muy deprisa… 

hasta que en uno de esos saltos de la zodiak, saltó mucho y el aire hizo que planeara, pero volteó la embarcación, tirando a todos sus pasajeros  al agua, la embarcación quedó con la quilla mirando al cielo… el, barquero subido de pie arriba, ya que no sabía nadar, era la crónica de un naufragio anunciado, lo acabábamos de comentar entre los compañeros. 





Los recogimos y los llevamos con nosotros a la playa donde estaba el Centro de Buceo. Buceamos en la pared que separa la plataforma continental con el Índico, una inmersión con un nombre muy apropiado “The Wall”, fue emocionante pensar que a partir de ahí el océano se abría en una vasta superficie, y en una vasta masa de agua, el azul… lejanía y profundidad es lo que se adivinaba desde ese punto, pensarlo ponía la piel de gallina. 




Un buceo muy típico del Índico, divertido variado, con colorido, salvo por un día que estuvo un poco movido con mar de fondo y sedimentos que nos dejaba una visibilidad muy mermada, por lo demás vida y color… especies marinas ya conocidas si has visitado el Mar Rojo o Maldivas. En cuanto a número de inmersiones, me quedé con ganas de seguir buceando… se me hizo corto, pero fueron muy entrañables en ese barco antiguo, de madera que rechinaba a los embates del mar, que crujía cuando la proa bajaba y cortaba las aguas azules del norte de Zanzíbar… 


la vuelta a la playa después del buceo era como los marines cuando llegan a una playa para tomarla, saltábamos cuando la amarraban y nos cargábamos el jacket con la botella y para la playa y al centro de buceo cargados y llenos de arena blanca, pero contentos de haber disfrutado, al llegar veíamos a los nativos, muchos de ellos masai de los que trabajan en artesanía y sirven de vigilantes, ya que con su altura imponen, son muy elegantes y altivos, con un porte gallardo y la cabeza bien alta, su cayado, su cuchillo y la maza al cinto, era una imagen exótica.


Después de cuatro días de buceo… cenas en grupo, en restaruante locales, donde nos disponían mesas en la playa a la luz de velas y de las estrellas, de copas y veladas llenas de animación y diversión… 




nos dispusimos a recoger nuestro equipaje, después de despedirnos de nuestros amigos de Spanish Dancer…. 




Para ir de vuelta a Stone Town, e inicar la segunda parte de este viaje, Reserva Nacional de Selous… en Tanzania, que os contaré en la siguiente entrega… hasta la vista amigos…

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