jueves, 19 de febrero de 2015

Zanzíbar

Stone Town...


Volvíamos de Selous, en las avionetas… volando bajo y entre nubes, la vista era magnífica, el vuelo entretenido, nubes y la reserva, de pronto el mar azul turquesa y arrecifes y la capital de Zanzíbar,



Stone Town la parte antigua o la “Ciudad de Piedra de Zanzíbar” una ciudad antigua y decadente, en la que se adivina una época de esplendor, cuando el sultanato de Zanzíbar era fuerte y poderoso y tenía lazos comerciales con Europa, principalmente la mercancía humana, el comercio de esclavos, una época triste e inhumana que aún no ha borrado todas sus huellas. 

Visitamos  la ruta de los esclavos, se pueden ver los barracones en piedra semienterrados, con unos agujeros en lo alto, para que entrara el aire, donde tenían a los hombres que luego embarcarían en bajeles, camino de entre otros lugares diversos países africanos y luego cruzaban el Atlántico, hacia 



La Habana, allí luego distribuían por Norte América y Sud América, para venderlos en los mercados de esclavos, para que trabajaran en campos de cultivo en condiciones infrahumanas y de por vida. Caminamos por la misma senda que los llevaban desde los barracones, donde esperaban a ser embarcados, hasta la playa donde las barcas los trasladaban a las bodegas de los barcos, hacinados y encadenados. Hay una parte que es acantilado, hasta que vas bajando hasta el nivel del mar, en este acantilado nos contaba el guía, que los hombres bien enfermos, bien no aptos para el trabajo o mayores, que podrían ser una carga más que un negocio, eran arrojados desde lo alto y no llegaban a la playa para ser llevados a vender. 

Totalmente inhumano y triste. Se te encoge el corazón cuando ves que estás en el mismo sitio donde la gente sufría tanto. Como digo este fue un capítulo ya pasado y oscuro de la historia, espero que se haya aprendido bien la lección y no se vuelva a repetir. Después fuimos a ver una parte más amable y más gratificante “La Ruta de las Especias” una finca enorme, donde plantan y recolectan, 

árboles y plantas exóticas, de donde se sacan las especias que utilizamos habitualmente y frutas tropicales, que vienen de allende las tierras, pues muchas las vimos en vivo y en directo allí, como el “clavo”, el “rambután”, "mandioca", “piña tropical”, 





“mangos”, “aguacates”, el árbol de la “vainilla”, “nuez moscada”, etc. pero nos cayó una manta de agua, lluvia tropical que de momento parece que se hunde el mundo, pero a los veinte minutos, sale el 

sol y como si nada… comimos allí, en un barracón enorme abierto por los lados, en el suelo sentados 


en unas esteras y descalzos, no en vano estamos en un país musulmán. Los niños no se separaban de nosotros… después de comer compramos jabones hechos a bases de especias y las propias especias.


 La estancia en la ciudad estuvo muy bien… nos alojamos en un hotel con mucho sabor el “Africa House” donde se alojaban los grandes exploradores y también los cazadores que luego abatían sus presas en las antiguas reservas utilizadas para eso… 




pero me quedo con la de los grandes exploradores que se internaron por las sabanas y la selva africana, buscando las fuentes del Nilo, o las grande montañas como el Kilimanjaro, monte épico… 



un hotel donde los atardeceres desde el “Sunset Bar” con la terraza que sale en los folletos turísticos como una de las cosas que no puedes perderte en tu visita a la ciudad. 


Las veladas en el salón árabe, tirados en los cojines por el suelo y la narguila. 





La ciudad tiene muchas cosas para ver, el Palacio del Gobernador, actualmente museo histórico de la ciudad y de toda Zanzíbar, la casa natal de Freddie Mercury, o el 


Millenium Livingstone Beach Restaurant, donde comimos y que fue residencia de los famosos exploradores Livinsgtone y Burton, 



o el mítico restaurante The Swahili House, en lo alto de la ciudad desde dónde se tienen unas magníficas vistas del conjunto de la ciudad, además de degustar comida típica del lugar.








 O el mercado dónde puedes encontrar pescado de arrecife, pero en la misma calle o carne colgada de ganchos dentro y sus calles estrechas donde te puedes encontrar con masais, ataviados con sus ropas típicas, artesanía y gentes variopintas.




 Stone Town, no te deja indiferente. Lo agradables que son sus gentes, a pesar de haber tenido una historia triste de opresión y de la pobreza reinante, siempre tienen la sonrisa en la cara y la amabilidad como costumbre. El último día era un poco triste, porque se terminaba la aventura, tocaba a su fin, a recogida de maletas, a hacer el equipaje apresuradamente porque teníamos que dejar el hotel, pero el vuelo era por la noche… nos tocaba estar todo el día fuera, pero no importó…porque era alargar la estancia en la ciudad un poco más e impregnarse de la esencia del viaje, el mezclarse con los nativos, por las calles polvorientas y estrechas de 



Stone Town, con sus gentes de etnias diversas y colores llamativos, cansados regresamos al hotel para que nos recogieran y llevaran al aeropuerto, el más destartalado que conozco,
pero por eso mismo guardo un recuerdo a aventura y a anécdota, que es lo que más se perdura en el tiempo... de noche nos subimos al avión y despegamos... vuelta a casa. Ciao amigos hasta la próxima... en nada de tiempo.