Selous
…dejábamos atrás días de buceo… de risas, buen rollo (como
siempre) al lado de la gente con la que iba, buena gente “good people”, cada
uno con nuestra historia a cuestas, con nuestras cosas… con nuestro carácter,
éramos un grupo muy nutrido… 24 personas en total, como digo cada uno de su
padre y de su madre, pero todos entrañables y buenos amigos. En nuestro
transporte deshicimos el camino hacia Stone Town, atrás quedaba Nungwi… exótico
y tosco a la vez, rural y marinero, pero nos dejaba un gran recuerdo para
siempre. Por la carretera serpenteante avanzábamos hacia la capital…
hasta
llegar el nuevo Hotel, por una noche el Mtoni Marine Resort, ya que al día
siguiente volábamos hacia la Reserva Nacional de “Selous”, no nos daba tiempo a
visitar la ciudad, eso sería a la vuelta, que teníamos dos días al menos… por
la mañana, con lo justo en cuanto a equipaje ya que volábamos en dos Cesnna, y
no podíamos llevar maletones, si no unas mochilas con la ropa y efectos
necesarios ya que lo llevábamos en cabina, el aeropuerto de Stone Town aunque
internacional… es un aeropuerto mínimo, todo en na sala… eso ya lo contaré más
adelante, ahora se trataba de un vuelo más que doméstico, hicimos los trámites
de rutina y
nos dispusimos a abordar los aparatos, íbamos caminando hasta ellos ya que estaban ahí mismo, el vuelo fue corto y no íbamos demasiado altos, fue un salto más que un vuelo; comenzamos a
bajar y a aproximarnos, pero no veíamos pista alguna ni edificio alguno, porque no lo había… jejeje, esa era la explicación… la pista era el desmonte de un trozo de sabana, que habían
desbrozado y dejado limpia para posarse, al final de la explanada había un lago, lo que no tranquilizaba mucho que digamos, ya cuando estábamos a baja altura, se veían los elefantes y jirafas que sobrevolábamos, al rato… tocábamos tierra, en el sentido literal del término la pista era de tierra… no había torre, no había nada
más que unos jeeps del ejército que vigilaban aquello y los que nos esperaban para iniciar ya desde ahí la visita a los animales salvajes en libertad por la reserva. Tomamos los jeeps e iniciamos la marcha, el convoy se componía de cinco jeeps, descubiertos, tenían techo de lona, para protegernos del sol, pero los laterales estaban abiertos, de forma que teníamos toda la visibilidad pero inspiraban cierta inquietud por los animales salvajes, ya que tenían todo el acceso sin problema a su interior… yo me dispuse al
lado del conductor, en primera línea, a su izquierda ya que se conduce por la izquierda y el volante lo tienen a la derecha. Al poco de iniciar la marcha, ya comenzamos a ver animales que se ponían a buen recaudo saliendo a escape… un faccocero salió entre los arbustos escabulléndose y al momento paró el jeep,
delante nuestro había una jirafa comiendo de las ramas altas los brotes tiernos, me impresionó mucho, porque estaba muy cerca y por la magnitud de sus dimensiones, el cuello laaaargoo y alto, y la majestuosidad de sus movimientos lentos y sosegados, ahí estaba tranquila… no como la que vimos a continuación que huía de
algo, atravesó el camino al galope, era un espectáculo verla correr y como parecía que se desarmara con el balanceo del cuello, para equilibrar el galope, rápida y veloz desapareció entre los árboles, a continuación otros animales, impalas… a centenares, cebras… cocodrilos en la orilla del lago e hipopótamos, en lucha son muy violentos y territoriales.
Es fascinante y ver los animales en total libertad, que viven… se alimentan, se reproducen y crecen en su ambiente, cumpliéndose el ciclo de la vida sin interferencias, salvo la mirada indiscreta de los “viajeros” que ocasionalmente vamos a verlos allí “in situ” ver
como están atentos, ojo avizor a sus depredadores, cualquier ruido extraño hace girar la cabeza, orientar las orejas para orientas y localizar el origen, las cebras están corriendo casi continuamente, como los ñús… los cocodrilos, descansan a la orilla del rio o del lago, calentándose con los rayos benefactores del sol. Las aves,
suelen descansar en las ramas de los árboles, las rapaces en ramas muy altas, donde otean y escrutan la superficie de la sabana y las pescadoras, el rio o el lago, en busca de sus presas. Pasamos la mañana sin sentirlo, y acabada ésta nos llevaron al Lodge, el Campamento “Mbega” nombre swahili de los monos de pelo
largo, que habitaban en los árboles del propio campamento, de ahí su nombre, para hacer al cheking y comer, descansamos y por la tarde hicimos un crucero fluvial por el rio, fue emocionante ver os hipopótamos a escasos metros de la barcaza, resopando al salir a
la superficie, y volverse a sumergir para aliviar el gran peso y defenderse de los insectos y parásitos, después del paseo por el rio regresamos al campamento, el atardecer fue esplendido,
espectacular y muy africano, por la noche después de la cena nos sentamos alrededor de un fuego que a pesar de ser agosto, no molestaba… comentando y charlando sobre lo acontecido durante el día, estábamos en la rivera del rio Rufiyi, en la noche se oían
los bramidos de los hipopótamos y si te asomabas desde la barandilla del campamento, que estaba en alto, podías ver los ojos brillantes de los cocodrilos que asomaban ligeramente por encima del nivel del rio. Era un poco inquietante, se oían sonidos desconocidos para nosotros y para tranquilizarnos ya del todo, vimos como los vigilantes nocturnos del campamento iban armados con rifles.
Cuando amaneció, después del
aseo reglamentario, desayunamos
en el Campamento y nos dispusimos a dar un
paseo por la sabana africana, vimos de nuevo leones… una manada numerosa, que a
la sombra de un árbol no demasiado alto, acababan de devorar a una cebra, de la
quedaban allí sus despojos, una típica estampa
documentalista de la vida
salvaje, los buitres esperaban en un tronco seco cercano, acceder a su parte de
la caza, de la carroña que los leones dejaban después de saciar su hambre. Una
leona
vigilaba como marginada del grupo, estaba apartada de la manada por algún
conflicto de jerarquía y autoridad. Nos fuimos de ese escenario y nos cruzamos
con una manada de elefantes que corrían como huyendo de algo, que no vimos,
pero una elefanta al pasar
frente a nosotros, barritó todo lo amenazante que
una mamá-elefante podría barritar, ya que una cría se había separado del grupo
se había quedado la última, al no poder seguir al ritmo de los demás, pues al
pasar frente a nosotros se nos encaró, impresionaba verlo amenazante.
Comimos a la sombra de una gran acacia, alejados de los
animales salvajes, como elefantes y cebras que se veían a lo lejos, o impalas más cercanos… pero ahí si pisamos
tierra, y estiramos las piernas, era emocionante, notas lo que se ha dado en
llamar “la llamada de África” atrae ver el mundo tal como era sin civilización,
salvaje...
depredadores y depredados,
cazadores y cazados, pero no pudimos ver los cinco grandes, pero sí algunos de
ellos. Los famosos “Big
Five” o “Cinco Grandes” son cinco de las especies más
representativas de África: Leopardo, León, Elefante, Búfalo y Rinoceronte,
menos el Leopardo y el Rinoceronte, vimos el resto… además de otros muchos… fue
un día intenso, totalmente pasado en la sabana africana, bajo su sol… bajo su
sombra, por la tarde
antes del anochecer, nos recogimos en el campamento, es
peligroso quedarse fuera. Al día siguiente, dimos una pequeña vuelta por la
sabana, después de desayunar y recoger nuestro equipaje, que ya llevábamos
consigo, pues después de ese pequeño tour, nos
llevarían a la pista de tierra
para tomar de vuelta a Stone Town las avionetas que en poco más de una hora y
media, nos devolverían a la “civilización sin tiempo” a alojarnos en el “Africa
House” pero esa es la tercera entrega… que aún no toca amigos… nos vemos en la
capital de Zanzíbar, hasta muy pronto.
Ciao amigos.
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