Con cierta nostalgia… por dejar
el paraíso detrás nuestro, íbamos alejándonos de María la Gorda, hacia Pinar del Rio y
más allá, por una carretera amplia, no obstante es una autopista, pero muy
pintoresca, con un escenario a los lados muy natural, un paisaje muy rural,
ganado, pastos, casitas humildes pero muy coquetas, árboles diversos, sin
faltar las palmeras “barrigonas”, aves rapaces, fue desapareciendo este paisaje
para empezar a ver otro paisaje más urbano, entrábamos en La Habana, y
comenzábamos a ver edificios, más o menos bien conservados, las afueras de la
ciudad está plagada de edificaciones para trabajadores, bloques de pisos en
lugar de casitas, como las vistas por el camino, nos internábamos en la ciudad
hacia el Hotel Tejadillo, hasta donde la
circulación rodada lo permite, pues no
se puede entrar en el casco antiguo, en La Habana Vieja, ya íbamos viendo otro
tipo de edificaciones, más coloniales, más antiguas, peor conservadas muchas,
pero restauradas otras, luciendo vivos colores, con lo que el contraste es
mucho más grande, el orden de
restauración no es homogéneo salvo en las plazas,
como la Plaza Vieja, o la Plaza de España, dónde se muestran en las fachadas de
los edificios renovados,
la fotografía del estado de deterioro anterior y la
del resultado final que está a la vista, viéndose la recuperación y la comparación,
nuestro hotel estaba muy bien, no era un hotel grande, pero con mucho sabor, al
estilo de los hotelitos con encanto, muy cerca de la plaza de la catedral, de
forma que caminando podíamos ir a muchos de los sitios que hay que ver, como la
propia catedral y su plaza, la
Bodeguita del Medio, y el Hotel Ambos Mundos,
dónde Hemingway se hospedaba, muy cerca la Plaza de Armas, con los soportales y
el Palacio de los Capitanes Generales, donde preside una estatua de
Cristóbal
Colón, el descubridor de las américas y el Templete, la primera edificación de
tipo neoclásico en La Habana, se supone o se cree que era el lugar donde se fundó
San Cristóbal de la Habana, un lugar histórico y muy visitado el 16 de
noviembre, fecha de la fundación de la ciudad, para luego tomar la calle del
malecón, pasear por él, viendo enfrente el Castillo del Morro y el faro, es una
vista magnífica, desde el
castillo del Morro, cada día se dispara una salva con
un cañón para dar la hora, creo que es sobre las dos de la tarde, pero no lo
recuerdo con certeza… continuando por el malecón, llegas hasta el castillo de
Salvador de la Punta, una fortaleza que defendía junto al Castillo del Morro,
la entrada a la bahía de
La Habana y por tanto la ciudad, ambos estaban muy
estratégicamente construidos, enfrente está la Embajada Española, uno de los
edificios más imponentes y magníficos de la ciudad, puedes avanzar por el Paseo
Martí llegas hasta el Parque Central y el Capitolio edificio emblemático donde
los haya y muy representativo, puedes disfrutar de su
imponente vista, paseando
alrededor del Parque de la Fraternidad, donde hay una ceiba, que fue abonado
con tierra de todos los países independientes de América, caminar por la Habana es trasladarte en el tiempo, viendo transitar viejos automóviles, como
Dodge, Buick, Ford o Chevrolet que son los iconos de Cuba, funcionando y muy mimados, por la Calle
Dragones, puedes ver la monumental puerta que daba entrada al Barrio Chino de
La Habana, es el único vestigio del chinatown habanero que queda y de ahí volviendo
por tus pasos y atravesando una de sus
calles llegas hasta el Floridita, la
cuna del daikirí, según dice su letrero, un lugar también muy visitado por Hemingway
y así como la Bodeguita del Medio, la verdad es que Ernest, permitidme la
confianza, sabía
divertirse, donde ir… continúas por Calle Bélgica, esquina a Teniente
Rey y toda esta calle adelante, llegas hasta la Plaza Vieja, donde podemos comprobar
la restauración de las antiguas casas de estilos distintos, pero todas con
mucho sabor colonial, una plaza amplia y muy bonita, y pasando
por el Hotel Los
Frailes, con un patio precioso que hay que visitar, y ya muy cerca queda la Basílica
Menor de S. Francisco de Asís, una iglesia con un marcado estilo barroco,
dedicada a al Santo de Asís, fue en época colonial el edificio más alto de La
Habana, inicialmente fue también convento de
monjes franciscanos, de ahí
cruzamos a la Terminal Sierra Maestra y continuamos hasta el Mercado de
artesanía de San José, dónde se pueden admirar obras pictóricas, así como
manualidades en madera, cuero y conchas marinas, instrumentos musicales y otras
maravillas, está situado en unos antiguos
almacenes, enfrente está la refinería
donde grandes barcos vienen a cargar combustible… desde ahí… fuimos caminando
despacio hacia el hotel, pues se nos acababa el tiempo de estancia en La
Habana, fuimos a comer al paladar La Familia, para después ir a recoger el
equipaje y que nos llevaran al
aeropuerto internacional José Martí y regresar a
casa… nos embargaba una especie de emoción contenida, no hablábamos, para
concentrarnos en nuestros recuerdos, por dentro iba cantando el “Hasta siempre
comandante” con la imagen en la mente del Che… que me lo trajo a la memoria un
personaje que de pronto me hizo quedarme parado absorto, y por una fracción de
segundo pensé es como… como si el Che no hubiera muerto y actualmente fuera un
viejo guerrillero anacrónico y fuera de su tiempo, pero que vive en el momento
histórico de la revolución, en un viejo y machacado envoltorio pero con la
mirada llena de vivencias y de ideales, era él no podía apartar su imagen de mi
cabeza, después de mirarlo un rato, mientras él estaba concentrado en sus
cosas, le saqué una instantánea y rápidamente se dio cuenta de que lo
fotografiaba y en un gesto que me sorprendió, se irguió y llevándose la mano a
la frente
en un saludo militar, me miró y posó saludando, un escalofrío me
recorrió la espalda… y así terminó mi visita a estas tierras, por el momento… “hasta
siempre….”
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