miércoles, 25 de septiembre de 2013

Maldivas y Sri Lanka (2)

(cont.) ...todavía con el corazón encogido, nos alejamos del dhoni, donde nuestra querida Eva, daba la bienvenida al nuevo grupo que nos sustituía, las lágrimas por la despedida aún corrían por la mejilla, aunque algunos intentábamos en vano disimular... y poco a poco nos internábamos en el aeropuerto internacional de Malé, donde nos quedaban unas horas para tomar nuestro avión, con destino a Colombo, el grupo se desgajó en dos, los que no conocían Malé, se fueron a dar una vuelta por la ciudad, otros preferimos descansar o intentarlo en las salas de espera del aeropuerto, hasta que llegó la hora del embarque, en esta ocasión nos aguardaba un vuelo corto, de apenas hora y cuarto, 

 pero... a la llegada a Colombo, después de los trámites de inmigración, sellado del pasaporte y controles oportunos, nos recogieron en autobús y nos esperaban unas siete horas de carretera... el Hibiscus Yala Resort, estaba como su nombre indica dentro de la reserva nacional de Yala, un parque natural protegido, donde los animales salvajes, viven en su hábitat natural.
Una vez en el hotel, y con las paradas necesarias en el camino, para desentumecerse, beber y desbeber... nos ubicamos y descansamos. Nos esperaba un día muy completo y lleno de emociones, por la mañana una vez desayunados en el buffet del hotel, el día era luminoso y se respiraba un aire limpio, nuestra primera visita turística, más que turismo nos iba a deparar una sensación gratificante, nos dirigíamos en nuestro autobús al colegio en Tissamaharama, donde entregaríamos el material escolar que traíamos para donar, la llegada fue emotiva, nos esperaban formados, 
era un grupo no especialmente numeroso, al ser día festivo allí, no era día lectivo y solo estaban los que se reunían para actividades fuera de la enseñanza, pero es costumbre que los niños y niñas en los días festivos vistan de blanco, y era entrañable, verlos como nos esperaban, a nuestra llegada nos rodearon y en grupo nos dirigimos a una de las clases del colegio, un colegio bastante destartalado y viejo, aparte de antiguo, era viejo... sin comodidades, sin gimnasio con aparatos, sin ordenadores,  sin pupitres brillantes, las pizarras rayadas, pero se olía ilusión, a ganas de aprender, y lo mejor la alegría de los niños, sus caras reflejaban la felicidad de esta visita,

los nervios en la espera de desvelar que les llevábamos, pero antes, nos obsequiaron ellos a nosotros, no sólo con su candor, con su inocencia, si no con unas canciones dirigidas y dedicadas a nosotros, en inglés (para que las entendiéramos, me hizo gracia... mi inglés es inexistente), para después cantarnos en grupo una en cingalés, muy emotivo... emotivo y entrañable, el mejor regalo "sus caras de felicidad"
cuando terminamos de darlos el material, nos acompañaron hasta el "patio" exterior, y nos hicieron una foto de grupo con ellos, nos fuimos del colegio... con el pensamiento y el corazón envuelto en sensaciones y emociones, con la mente en otro estado, es eso que te dice por dentro, ¿qué quieres... que necesitas... a que aspiras? dándome cuenta, que la verdadera paz interior, la tenían éstos niños, una lección enorme, nos dieron... este acontecimiento y cómo nos trataron, me ha dejado una huella, que no olvidaré y la recordaré como la mejor sensación de todo el viaje. Prosigamos nuestro día .. desde aquí nos llevaron a otro lugar de Yala, al Templo de Kataragama, un lugar un poco más remoto, después de recorrer carreteras sinuosas, poblados polvorientos, llegamos a un parking, lleno de camionetas, autobuses y vehículos diversos, con un gentío expectante por nuestra llegada, nos bajamos y nos dirigimos hacia un puente que cruzaba un río, un reguero de gente, sobre todo cingaleses se dirigían hacia el templo que estaba cruzando, gente de todas las edades y condiciones, aunque eso es difícil de averiguar, al cruzar el rio la visión me transportó, no era el Ganges, pero en él se estaban bañando y purificando las gentes del lugar

y peregrinos llegados desde muchos lugares, con el agua hasta las rodillas, hacían abluciones, y se echaban agua por la cabeza, apenas vestidos con sharis y pareos,


seguimos caminando hasta las puertas del templo, acompañados de mucha gente, al llegar nos hicieron una señal en la frente, a todos un punto rojo y ceniza, al tiempo que pedían respetuosamente a todos los que llevaban las piernas descubiertas, que se pusieran un pareo en señal de respeto, a mi no me hizo falta al llevar pantalón largo, nos internamos en el templo que es una amalgama de capillas y 

templetes, hinduistas y budistas, una convivencia y simbiosis sin ningún problema ni competencia, se realizan ofrendas y liturgias de ambas confesiones, con un respeto absoluto y devoción por parte de tamiles y cingaleses,

la leyenda del dios Kataragama, es un poco larga, pero he de decir que ésta simbosis en éste templo viene desde muy antiguo, los tamiles (hinduistas) hacen ofrendas y piden perdón porque sus antepasados, no reconocieron a esta divinidad budista, y no lo socorrieron ni lo cuidaron cuando se presentó ante ellos en forma humana, cuando se presentó en forma divina, los tamiles lo reconocieron como aquel mendigo que pidió, cobijo y comida.


En el templo se llenaban las capillas dedicadas a distintas divinidades budistas y bodisatvas, y a la Trimurti (Shiva, Brahmá y Visnú) principales dioses hinduistas, sin olvidarnos incluso de una mezquita existente entre los distintos credos profesados en el recinto.




La música, las danzas rituales, las ofrendas y el ambiente creado con todo esto, me hacia vivir otro presente y otra realidad, era como transportarme… pero ¿dónde…? Ya estaba allí. Después de recuperar nuestro calzado, pues no se puede caminar calzado por las dependencias e incluso por el exterior de las capillas, santuarios y templetes, de ver pasear a los elefantes venerados en el templo que es obsequiado con frutas por los peregrinos, salimos hacia el autobús no sin mezclarnos con un gentío de aspectos diferentes, culturas y etnias distintas, entre las gentes del lugar, después de hacer unas pequeñas compras en los puestos de artesanía y de algún refresco,




nos dirigimos hacia la dágaba (stupa) de Yatala mandada construir por el rey Yatalatissa, más pequeña que la gran dágaba de Tissamaharama,







que visitamos de vuelta hacia el Hibiscus, para descansar después de un día lleno de emociones, nos relajamos en la piscina del hotel, hasta que si hizo la noche y nos reunimos para la cena…

Ala mañana siguiente… después de un madrugón, ya que teníamos que viajar hacia el sur de la reserva, en los jeeps que nos transportarían a través de todo el parque nacional, y después de recoger nuestros picnics, puesto que pasaríamos todo el día de safari y tendríamos que comer en la reserva natural, 


nos encaminamos hacia ella, estaba a punto de despuntar el día, nos amaneció en las puertas del parque nacional de Yala, al poco empezamos a divisar a los animales salvajes, algunos muy huidizos, otros no tanto, los búfalos de agua, descansaban plácidamente, casi siempre medio sumergidos en las lagunas, así se defienden del calor y de las picaduras de los insectos, cocodrilos… desapareciendo bajo la superficie del agua, o apaciblemente en tierra con las fauces abiertas capturando todas las calorías posibles, 



córvidos desconfiados siempre atentos a cualquier señal de peligro para ponerse a salvo, primates, grullas, garzas y marabúes en las riberas de los lagos, donde se alimentan y viven, elefantes, ben en solitario como los grandes machos o en manadas normalmente regidas por las hembras, donde dan cobijo a las crías y ejemplares aún jóvenes, revolcándose en el lodo que les envuelve con una capa protectora, del sol… insectos y al tiempo refrescan la dura piel, 





dimos infinidad de vueltas por esos caminos empolvados, detrás de otros jeeps de nuestro grupo, parando aquí o allá, para fotografiar y divisar, hicimos una parada de descanso en Patanangala Beach, un lugar tristemente célebre, pues fuen el primer lugar donde golpeó en Sri Lanka el tsunami de 2004, matando en unos instantes a más de tres mil personas, 

que se hallaban presentes, era día festivo y en ese lugar había mercado, un lugar de encuentro, la ola arrasó el lugar, dejando sólo por todo vestigio el suelo de un edificio y varias columnas que se yerguen a la mitad, como testigos mudos de lo acaecido, unas chapas de metal recuerda la fecha y el desgraciado suceso, después de visitar esta playa comimos en la rivera de un rio cercano, 


para continuar a la búsqueda de la estrella de la jornada, el leopardo, que es muy, muy esquivo y muy desconfiado, suele estar escondido al cobijo de la fronda de los árboles, pero los guías lo buscaron afanosamente al atardecer, recorriendo como si de un rallie automovilístico se tratara, nuestro jeep, saltaba y trotaba por los caminos descarnados y por fondos de riachuelos secos, trepando colinas y bajando peñascos, al límite del aguante de los vehículos, en nuestro caso… la búsqueda resultó infructuosa, no llegamos a tiempo, los leopardos bajan al atardecer a beber a las lagunas… pero se nos escapó, nuestro guía recibió la llamada de otro guía que había divisado el leopardo, y como Carlos Sainz, se dirigió al lugar, sin importar si venían otros jeeps de frente, si tenía que salirse del camino y trepar por piedras descomunales, si tenía que bajar por terraplenes en los que el vehículo se ponía casi vertical, con nuestros sentidos agudizados, conteniendo la respiración, agarrados con todas las manos posibles a los asideros del jeep, pensando que era el último viaje…



ya comenzaba a oscurecer, el sol se había metido ya, pero si no le ordenamos que parase la búsqueda (en su afán por conseguir el objetivo, para nosotros) aún seguimos recorriendo caminos intransitables, saltando como cabras pirenaicas, toda una odisea del “pack aventura” que habíamos elegido. Por fin nos llevó al hotel, cuando nos vimos por caminos asfaltados, nos parecía la A-7…  eso sí, nos dio mucho juego, cuando llegamos al hotel, estábamos rebozados en polvo de los caminos, mochila… cámara de fotos y todos nosotros por entero, descanso… cena y sueño.
Último dia, madrugón olímpico, pues teníamos que abandonar la habitación, recogiendo el equipaje, pues venían a por él, mientras desayunábamos, para meterlos en el autobús, acto seguido después de desayunar abandonábamos el hotel, puesto que nos llevaban a Colombo, 



pero en el camino aún debíamos visitar sitios de interés, y el camino eran
unas siete horas de carretera incluso sin parar, por lo que el viaje prometía, paramos a comer durante el camino, y vimos a los pescadores de Weligama, subidos a postes clavados en la playa para pescar con caña, que se heredan de padres a hijos, actualmente son más una atracción turística que verdaderos pescadores,






continuamos hasta Galle, ciudad fundada por holandeses, que colonizaron Sri Lanka después de los portugueses que fueron los primeros, los holandeses construyeron una ciudad fortificada con un faro que aún continúa en su lugar, 




y después llegamos a Colombo y su aeropuerto… para embarcarnos y volar hacia Marid, haciendo escala técnica en Malé y en tránsito en Dubai… un viaje muy, muy cansado… pero lleno de satisfacciones personales, de conocer otras gentes, otras culturas, distintas ni mejores ni peores, diferentes con una escala de valores opuestos a los que en nuestra sociedad, tenemos como importantes, eso sí… algo me ha tocado dentro, muy dentro…

 hasta pronto

4 comentarios:

  1. Pedro, muchas gracias por compartir tus experiencias con nosotros. Me encantan tus relatos. Un besote,
    Mercedes (Mummy)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Mer, a mi me encanta compartirlas, sobre todo con quien las parecia... un beso muy fuerte.

      Peter

      Eliminar
  2. Pan, genial el relato y las fotos preciosas, me ha encantado como siempre, besitos !!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ter, guapa, intentaré coger el ritmo de nuevo, y retomaré historia más antiguas... muchísimos besos. :-)

      Eliminar