Maldivas
Bueno… confieso que después de la vuelta de éste viaje,
del que volvía cargado de recuerdos de buenos ratos, de increíbles experiencias…
sufrí un mazazo de los grandes con la pérdida de un buen amigo, retomar los
relatos de mis viajes, me ha costado un poco después de la última entrada al
blog… pero, como bien decía en el mismo, la vida sigue… dicho esto… os cuento
la última aventura.
Como todos los viajes, inicié junto a mis compañeros de
aventuras llenos de ilusiones, el camino de éste viaje con destino a Malé,
en
primera instancia, este viaje se compone de dos partes, el primero… safari
submarino y vida a bordo, a bordo del Southern Cross,
de Submaldives, y nos
embarcamos en Malé… para iniciar la travesía hacia Ari Atoll Nord, el circuito
estaba diseñado, para ir primero a este atolón hacia el oeste de Malé Nord,
para luego una vez hechas las inmersiones pertinentes, subir al norte, hacia
BAA Atoll, y llegar a la bahía de Hanifaru, dónde nos aguardaba la inmersión
estrella (bueno… haciendo snorkel) para ver la concentración de Mantas Rayas,
que en agosto septiembre, se reúnen en esta bahía para alimentarse, ya que en
ésta época hay un aumento de plancton considerable que atrae Mantas Raya y
Tiburones Ballena, de forma el que teníamos un espectáculo a la espera… y terminadas aquí las inmersiones oportunas,
viajar de nuevo a Malé Atoll, en este caso a Malé Sud, para terminar de nuevo
en Malé capital para proseguir viaje hacia Colombo, en Sri Lanka y continuar la
aventura, ya en superficie y visitar este país, sobre todo la zona suroeste, el
Parque Natural de Yala, el viaje se promete especial.
Prosigo, después de un viaje cansado, debido a los vuelos y
escalas (que son largas… Madrid, Dubai, una siete horas, escala de unas tres
para tomar otro vuelo de otras siete horas aprox. con destino Malé) llegamos al
aeropuerto internacional maldivo en la isla de Hulhulé a escasamente a medio km
de Malé capital, nos recogieron con el dhoni del Southern, el que es el barco
de apoyo para buceo, nos dio la bienvenida Eva, una crack del buceo y compañera
de Judith, y nos llevó a nuestro barco base, donde viviríamos el resto del
tiempo, nuestra casa. Una vez ubicados en nuestras cabinas, después del
briefing iniciamos la singladura para Ari Atoll Nord, y ahí empezó la aventura,
cuando salimos amenazaba tormenta, las amenazas se convirtieron en realidad, y
el barco comenzó a moverse, más que los precios, subía y bajaba…
el dhoni a
nuestra popa navegaba al principio siguiendo nuestra estela, a las dos horas,
casi lo perdimos de vista porque subía y bajaba tanto, que lo perdíamos de nuestra
visión, y lógicamente ya no iba a nuestra zaga, sino a babor o estribor, según
podía y a sotavento o barlovento… ya no había un lugar fijo donde localizarlo,
cuando lo localizabas, claro… durante la travesía de unas siete u ocho horas,
nos mantuvimos de esta guisa, con los consiguientes mareos, la biodramina corría
como las pastis en una discoteca de la ruta del bacalao y el no poder moverte
mucho de tu sitio, sin riesgo de estrellarte contra algún mueble o el suelo, en
el mejor de los casos, o salir disparado al Índico… por la borda, y lo peor que
puedes oír es aquello de ¡¡¡hombre al agua…!!! no en esas condiciones… llegamos
a Ari Atoll y el mal tiempo amainó de momento, hicimos algunas inmersiones más
al día siguiente, la check dive la habíamos hecho antes de salir de Malé,
muy
bonitas y fascinantes, a los dos días nos aguardaba una situación crítica, por
la noche tuvimos una tormenta movida también, el barco estaba anclado en la
laguna interior de uno de los arrecifes atolón, al refugio, es el lugar más
seguro para fondear por la noche… eso creíamos, nos pilló durmiendo y no fue aparentemente
tan serio, hasta que… al día siguiente, vimos los efectos, el barco había
perdido el ancla grande y había doblado el ancla auxiliar…
con lo que al
parecer (esto lo supimos después) estuvimos a una cuarta de encallar en el
arrecife, al quedar prácticamente a la deriva el Souther Cross, en fin lo
podemos contar que es lo bueno, así que hicimos inmersión de búsqueda todos,
para buscar el ancla perdida, pero el resultado fue infructuoso, el fondo
estaba muy movido y apenas había visibilidad, además en principio nos dijeron
unos ocho diez metros de profundidad… hasta que bajamos, que eran como entre veintiséis,
veintiocho metros… nada que ver, así que tuvimos que volver a Malé, a por
nuevas anclas, porque sin ellas no podíamos fondear por la noche, vueeeeelta a
Malé, cambio de ruta claro… ya que desde Ari Atoll, deberíamos haber ido a BAA
Atoll, pero la idea era estar es éste último atolón el día 8 de agosto que era
el día que el Southern Cross, tenía permiso para entrar en la bahía de
Hanifaru, cosa que fue así, el viaje de retorno a Malé, fue bueno ya sin
oleajes intempestuosos y como siempre de risas y buen rollo entre todos,
Llegamos a Malé sin contratiempos y nos llevaron las anclas
que necesitábamos, de forma que pusimos rumbo a BAA Atoll, a proseguir con las
inmersiones, espectaculares… pero curiosamente antes de abandonar Malé Nord,
hicimos una inmersión en un manta point Sunlight Rock, en el que tuvimos la
fortuna de encontrarnos con tres mantas, que nos hicieron las delicias de
planear sobre nosotros, fue una inmersión espectacular, fue una danza elegante
y glamurosa de estos gigantes pero gráciles animales, subimos con las emociones
a flor de piel,
Al día siguiente entre otras inmersiones, nos desembarcaron
en una isla desierta, a pasear por la playa y disfrutar de la arena coralina de
una isla paradisíaca y toda para nosotros, pisar esa arena blanca y que no
quema ni se te pega es un lujo, terminamos el día con muy buen sabor de boca,
así que misión cumplida, por la tarde se dedicó al
endulzar el equipo, la mayor parte la hizo la tripulación, nosotros a organizar
la maleta, pero por la noche cena y fiesta de despedida en una isla desierta, a
la luz de velas y antorchas… fue una velada estupenda y divertida, música y luz
de discoteca para bailar en la playa o incluso dentro del agua, risas y buen
rollo, fue muy divertido y emotivo al tiempo, nos recogimos en nuestras
cabinas, tarde… muy tarde… algunos incluso mucho más tarde, el día siguiente
sería muy cansado, preludio de nuestra marcha, recogida de equipo…
recoger los equipajes, organizar la
marcha, nos llevaban a Hulhulé de nuevo, para tomar nuestro avión con destino a
Colombo, en el camino alguna cara triste por terminar el viaje, por dejar a nuestros
amigos del Southern Cross, Eva, Judith, nuestro guía Areesh, buena gente con la
que puedes ir al fin del mundo con los ojos cerrados, al llegar al yeti de las
dársenas del aeropuerto, nos cruzamos con el grupo que aguardaba paciente
nuestra llegada, nos relevaban, ellos ocuparían nuestro lugar en el Southern
Cross, nos daban envidia, iniciaban lo que
nosotros acabábamos… última despedida casi con lágrimas en los ojos de
Eva y en los nuestros, y un hasta luego, con las ilusiones puestas en la vuelta, el olor a mar, suspiros con sabor a burbujas y la fascinación todavía en nuestras mentes, nos íbamos... a nosotros nos esperaba nuestro avión de Emirates, que
nos llevaría a Colombo, pero… pero esto queda para otra entrega…
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