domingo, 8 de septiembre de 2013

Maldivas y Sri Lanka 2013 (1)

Maldivas

Bueno… confieso que después de la vuelta de éste viaje, del que volvía cargado de recuerdos de buenos ratos, de increíbles experiencias… sufrí un mazazo de los grandes con la pérdida de un buen amigo, retomar los relatos de mis viajes, me ha costado un poco después de la última entrada al blog… pero, como bien decía en el mismo, la vida sigue… dicho esto… os cuento la última aventura.

Como todos los viajes, inicié junto a mis compañeros de aventuras llenos de ilusiones, el camino de éste viaje con destino a Malé, 

en primera instancia, este viaje se compone de dos partes, el primero… safari submarino y vida a bordo, a bordo del Southern Cross, 

de Submaldives, y nos embarcamos en Malé… para iniciar la travesía hacia Ari Atoll Nord, el circuito estaba diseñado, para ir primero a este atolón hacia el oeste de Malé Nord, para luego una vez hechas las inmersiones pertinentes, subir al norte, hacia BAA Atoll, y llegar a la bahía de Hanifaru, dónde nos aguardaba la inmersión estrella (bueno… haciendo snorkel) para ver la concentración de Mantas Rayas, que en agosto septiembre, se reúnen en esta bahía para alimentarse, ya que en ésta época hay un aumento de plancton considerable que atrae Mantas Raya y Tiburones Ballena, de forma el que teníamos un espectáculo a la espera…  y terminadas aquí las inmersiones oportunas, viajar de nuevo a Malé Atoll, en este caso a Malé Sud, para terminar de nuevo en Malé capital para proseguir viaje hacia Colombo, en Sri Lanka y continuar la aventura, ya en superficie y visitar este país, sobre todo la zona suroeste, el Parque Natural de Yala, el viaje se promete especial.
Prosigo, después de un viaje cansado, debido a los vuelos y escalas (que son largas… Madrid, Dubai, una siete horas, escala de unas tres para tomar otro vuelo de otras siete horas aprox. con destino Malé) llegamos al aeropuerto internacional maldivo en la isla de Hulhulé a escasamente a medio km de Malé capital, nos recogieron con el dhoni del Southern, el que es el barco de apoyo para buceo, nos dio la bienvenida Eva, una crack del buceo y compañera de Judith, y nos llevó a nuestro barco base, donde viviríamos el resto del tiempo, nuestra casa. Una vez ubicados en nuestras cabinas, después del briefing iniciamos la singladura para Ari Atoll Nord, y ahí empezó la aventura, cuando salimos amenazaba tormenta, las amenazas se convirtieron en realidad, y el barco comenzó a moverse, más que los precios, subía y bajaba…


el dhoni a nuestra popa navegaba al principio siguiendo nuestra estela, a las dos horas, casi lo perdimos de vista porque subía y bajaba tanto, que lo perdíamos de nuestra visión, y lógicamente ya no iba a nuestra zaga, sino a babor o estribor, según podía y a sotavento o barlovento… ya no había un lugar fijo donde localizarlo, cuando lo localizabas, claro… durante la travesía de unas siete u ocho horas, nos mantuvimos de esta guisa, con los consiguientes mareos, la biodramina corría como las pastis en una discoteca de la ruta del bacalao y el no poder moverte mucho de tu sitio, sin riesgo de estrellarte contra algún mueble o el suelo, en el mejor de los casos, o salir disparado al Índico… por la borda, y lo peor que puedes oír es aquello de ¡¡¡hombre al agua…!!! no en esas condiciones… llegamos a Ari Atoll y el mal tiempo amainó de momento, hicimos algunas inmersiones más al día siguiente, la check dive la habíamos hecho antes de salir de Malé, 




muy bonitas y fascinantes, a los dos días nos aguardaba una situación crítica, por la noche tuvimos una tormenta movida también, el barco estaba anclado en la laguna interior de uno de los arrecifes atolón, al refugio, es el lugar más seguro para fondear por la noche… eso creíamos, nos pilló durmiendo y no fue aparentemente tan serio, hasta que… al día siguiente, vimos los efectos, el barco había perdido el ancla grande y había doblado el ancla auxiliar… 

con lo que al parecer (esto lo supimos después) estuvimos a una cuarta de encallar en el arrecife, al quedar prácticamente a la deriva el Souther Cross, en fin lo podemos contar que es lo bueno, así que hicimos inmersión de búsqueda todos, para buscar el ancla perdida, pero el resultado fue infructuoso, el fondo estaba muy movido y apenas había visibilidad, además en principio nos dijeron unos ocho diez metros de profundidad… hasta que bajamos, que eran como entre veintiséis, veintiocho metros… nada que ver, así que tuvimos que volver a Malé, a por nuevas anclas, porque sin ellas no podíamos fondear por la noche, vueeeeelta a Malé, cambio de ruta claro… ya que desde Ari Atoll, deberíamos haber ido a BAA Atoll, pero la idea era estar es éste último atolón el día 8 de agosto que era el día que el Southern Cross, tenía permiso para entrar en la bahía de Hanifaru, cosa que fue así, el viaje de retorno a Malé, fue bueno ya sin oleajes intempestuosos y como siempre de risas y buen rollo entre todos, 





nada de quejas y malas caras, diversión y risas, como de costumbre en estos viajes.
Llegamos a Malé sin contratiempos y nos llevaron las anclas que necesitábamos, de forma que pusimos rumbo a BAA Atoll, a proseguir con las inmersiones, espectaculares… pero curiosamente antes de abandonar Malé Nord, hicimos una inmersión en un manta point Sunlight Rock, en el que tuvimos la fortuna de encontrarnos con tres mantas, que nos hicieron las delicias de planear sobre nosotros, fue una inmersión espectacular, fue una danza elegante y glamurosa de estos gigantes pero gráciles animales, subimos con las emociones a flor de piel, 




y proseguimos hacia BAA Atoll, haciendo inmersiones en arrecifes de coral, llenos de vida como Nelivaru Thila, o Dharavandhoo Thila viendo ocasionalmente mantas rayas o algún puntas blancas, pero… llegado el momento, teníamos nuestro dia de entrar a Hanifaru Bay, 




podíamos entrar y comprobar que había mantas, pero sólo cuarenta y cinco minutos de permanencia en el agua, haciendo snorkelling acompañando a nuestras amigas las mantas al ser un parque protegido, hicimos una incursión… entramos en la bahía pero… nada, salimos para hacer otras inmersiones en arrecifes circundantes y volvimos, pero la cara poco alegre de otros exploradores de otros barcos, que también tenían permisos, nos hicieron presagiar lo peor… no había mantas, extrañamente no había… así que nos fuimos, algo frustrados eso sí, pero no con malas caras, pues como un presagio unos días antes el océano nos regaló en Sunlight Rock una visita que disfrutamos que no olvidaremos nunca,  hicimos una inmersión nocturna en Kihaadhoo Faru, muchísima actividad nocturna con rayas enormes, que estaban posadas y al ver nuestros focos salían por encima de nosotros, fue muy bonita.




Al día siguiente entre otras inmersiones, nos desembarcaron en una isla desierta, a pasear por la playa y disfrutar de la arena coralina de una isla paradisíaca y toda para nosotros, pisar esa arena blanca y que no quema ni se te pega es un lujo, terminamos el día con muy buen sabor de boca, 




y por la mañana nos dirigimos a Malé Sud, hicimos dos inmersiones en Kandoos, canales donde la corriente es fuerte y hay posibilidad de ver tiburones, en Embudoo Kandoo como así fue, 





así que misión cumplida, por la tarde se dedicó al endulzar el equipo, la mayor parte la hizo la tripulación, nosotros a organizar la maleta, pero por la noche cena y fiesta de despedida en una isla desierta, a la luz de velas y antorchas… fue una velada estupenda y divertida, música y luz de discoteca para bailar en la playa o incluso dentro del agua, risas y buen rollo, fue muy divertido y emotivo al tiempo, nos recogimos en nuestras cabinas, tarde… muy tarde… algunos incluso mucho más tarde, el día siguiente sería muy cansado, preludio de nuestra marcha, recogida de equipo… 

recoger los equipajes, organizar la marcha, nos llevaban a Hulhulé de nuevo, para tomar nuestro avión con destino a Colombo, en el camino alguna cara triste por terminar el viaje, por dejar a nuestros amigos del Southern Cross, Eva, Judith, nuestro guía Areesh, buena gente con la que puedes ir al fin del mundo con los ojos cerrados, al llegar al yeti de las dársenas del aeropuerto, nos cruzamos con el grupo que aguardaba paciente nuestra llegada, nos relevaban, ellos ocuparían nuestro lugar en el Southern Cross, nos daban envidia, iniciaban lo que  nosotros acabábamos… última despedida casi con lágrimas en los ojos de Eva y en los nuestros, y un hasta luego, con las ilusiones puestas en la vuelta, el olor a mar, suspiros con sabor a burbujas y la fascinación todavía en nuestras mentes, nos íbamos...  a nosotros nos esperaba nuestro avión de Emirates, que nos llevaría a Colombo, pero… pero esto queda para otra entrega…

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