martes, 21 de mayo de 2013

Al Mar Rojo Vivo... (1)

El nerviosismo, hizo que saltara de la cama al primer toque del despertador y apresuradamente, después del aseo personal, me lanzaba a por la bolsa con el equipo de buceo y otra maleta con la ropa y otros efectos, una rápida comprobación, pasaporte... billetes, cámara... etc. está todo, prisas y carreras hasta llegar al aeropuerto, la mañana olía a viaje, a ilusión... a ganas de vivir, allí estaba ya parte del grupo, me uní a ellos entre risas nerviosas, algarabía, alegres recibimientos y nervios compartidos, una vez al completo, 




facturamos, pero mientras guardaba mi turno, en mi cabeza ideas locas, pensamientos y una frase se repetía continuamente ¡¡¡ me voy al Mar rojo, no me lo puedo creeer....!!!! unos trámites, unos controles, y en menos de lo que me imaginaba, estaba volando hacia El Cairo, en una avión de Egypt Air, un hormigueo me invadía el estómago, surcando el aire, a través del 



Mediterráneo rumbo a Egipto, y en nada, y después de los controles habituales y sellado de pasaporte, y visados, de nuevo surcando el aire, con destino a Sharm el-Seikh, cuando nos aproximábamos, mis ojos eran del tamaño de bandejas de camarero y la cara pegada a la ventanilla, para no perderme la belleza de los arrecifes  de franja pegados a la costa, el color turquesa del agua, contrastaba con la arena del desierto que llegaba hasta el mismo mar. Nos recogieron y nos trasladaron al puerto deportivo, para embarcar en un barco de vida a bordo, el "Wild Cat" no era un barco grande, no era un barco lujoso, vamos no era el Titanic, pero sin embargo, tenía muchas historia que contar, muy recogido y maniobrable, 






una tripulación dispuesta y amable, hospitalaria como son los egipcios, cuando caminaba por la pasarela hacia el barco me volaban mariposas en el estómago, al subir a bordo, me presentaron al guía local "Suzuky



y mi sorpresa era que no solo no era japonés, como cabría esperar con ese nombre, si no que era nubio, oscuro como una noche de tormenta, pero todo un personaje, alguien  que te daba toda la paz y toda la tranquilidad al bucear junto a el, la equipación que llevaba, también tenia muchas historias que contar, historias de experiencia en el buceo, de reciclaje una y otra vez del material, de arreglos caseros y de mucha imaginación en algún caso, como el fajín del jacket, que al no tener velkro que lo pegase, se lo ataba con un nudo y andando, pero una eterna sonrisa y una paciencia para con nosotros digna del santo Job, también nos presentaron al cocinero  a Ibrahim... 



que cuando te lo enfrentabas en la primera comida del día  y no lo conocías, si remoloneabas con la comida, hacia el teatro de tomárselo como una ofensa y te espetaba en un inglés arabizado, pero como muy enfadado... You do not like my food ...? y tú que no lo conocías, te quedabas como empequeñecido, porque pensabas que se había enfadado de verdad, luego era muy amable, muy trabajador, muy servicial y un gran cocinero, ¡¡¡que meriendas nos preparaba, a base de una especie de donuts


... o de esas bolitas rellenas de chocolate y cubiertas como de miel, amén de sus tartas de cumpleaños. Nos dieron el briefing, del barco, nos instalamos en nuestras cabinas... y zarpamos... sí, navegaba por el mítico Mar Rojo, ese que tantas veces había imaginado, había pensado y donde ya me había sumergido con el pensamiento, con la mente, y que creía conocer ya antes de ir. Y ahí me encontraba yo... 



embutido en el neopreno, con el corazón la tiendo a mil... y las ilusiones en ebullición, en menos que se dice "chapuzón" estaba sumergido en Bahr el- Ahmar, en Ras Katy donde hicimos la check dive, comprobando lastre, flotabilidad, que todo el equipo funcionase y nos encontráramos cómodos, que para eso está la primera inmersión de chequeo, como era la primera inmersión bajé si cámara de fotos submarina, 

pero aunque era una inmersión de trámite  ya vinos toda clase de especies, desde tortuga pico de halcón, a peces escorpión, fusileros, pastinacas de manchas azules... etc. y me juré que nunca volvería a bajar sin  mi cámara, ya fuera check dive, o lo que fuera... 




un sin fin de sensaciones, emociones contenidas... a veinte metros bajo la superficie, sin poder hablar y contarle a nadie salvo gestos a mis compañeros, la belleza que veían mis ojos a través de la máscara, la maravilla de los arrecifes, visto desde las profundidades, la explosión de vida, color y movimiento que es un arrecife de coral... (cont.)





Peter














6 comentarios:

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  2. humm...con tu relato, yo también he sentido las mariposillas en el estómago, en poco más de dos meses estoy ya en Sharm el Sheick...yuguuuuu :-)

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  3. Bueno....no soy "El Lazarillo de Tormes".jajajaaaaa.
    Felicitarte por este blog, aunque lleve un montón de trabajo ¡¡¡¡¡ supongo!!! El resultado es fantástico...las fotos magníficas, y escribes con el corazón...eso se nota un montón (para que rime).
    ......me he sentido como pez en el agua.Un besazoooo

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    1. Bueno no eres el Lazarillo de Tormes, ni quiero que lo seas, porque así estás genial... muchas gracias por tus palabras, porque viniendo de tí, tienen mucho valor, cierto que al ser mis propias experiencias, intento describirlas como las recuerdo, y con la misma pasión y estado de ánimo que tenía cuando en el momento de vivirlas y eí que de esta forma las escribes con el corazón, que es como mejor salen las cosas... sigo convencido de esto... muuuchooosss besos :-)

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