Bien… estamos en la Habana otra
vez…pasamos la noche en el Hotel Palacio O’Farrill,
un antiguo palacio
irlandés, me recordaba mucho al Hotel Florida, los amables empleados nos
atendieron muy bien, llegamos algo tarde y prepararon algo de cena, y nos
contaron la historia del hotel un edificio del S. XVIII, a la mañana siguiente
desayunamos y nos pusimos en marcha, nos esperaban unas casi cinco horas de
camino hasta Maria la Gorda, en el
Cabo de Corrientes, la parte más occidental
de la isla, a tan solo 182 kms de Yucatán, pleno Caribe. El lugar es
increíble y maravillosamente tranquilo, no hay nada, nada… más que el
resort, para buceadores o para todo aquel que quiera huir del mundanal ruido y
sumirse en un relax quasi nirvánico, la carretera termina en el hotel, y
alrededor es vegetación y enfrente el mar, entre ambos los edificios del resort,
que son los bungalows, la recepción, el gran comedor y el centro de buceo, con
el chiringuito de la playa,
con un pequeño restaurante a la carta al lado… con
una playa larguísima, mezcla de arena y coral triturado… palmeras, más palmeras…
aves y ¡¡¡MOSQUITOSSSS….!!! Me brearon, eso sí… fue uno de los recuerdos más
evidentes que me traje. Bueno más o menos a eso de las tres de la tarde
llegamos… y mientras hicimos el check-ing y nos acomodamos, se hizo tarde para
el comedor, así que comimos en el restaurante de la playa… pasamos la tarde en
las hamacas de la playa… y, al día siguiente comenzaron las inmersiones…
tres
diarias, pero he de decir, que el centro de buceo “Gaviota” resultó ser un
centro muy organizado y con los horarios bien cumplidos, teníamos el barco en
un muelle largo y estrecho, pero que hacia fácil la estiba y el acceso al barco…
los puntos de inmersión, no estaban demasiado lejos, todo lo más que navegamos
fueron unos veinte minutos, al punto más lejano, la zona es muy interesante,
una gran pared, canales y oquedades, con lecho arenoso en algunos lugares,
fondos fantásticos y variados, con un a gran variedad de vida marina, desde
pargos de lomo amarillo, grandes peces Ángel Emperador, Peces Murciélagos, Peces
Escorpión, Cirujanos, Ardillas Candil, Meros, Barracudas, Langostas, Cangrejos
Araña, Pastinacas,
Tiburón Nodriza, Ermitaños y corales de todo tipo, coral
cerebro, acrópora, coral blando, gorgonias, esponjas enormes, etc. las
inmersiones, estupendas,
los guías bastante colaboradores, como nuestro amigo
Martín, un guía de raza negra, muy dicharachero y casi a punto de la
jubilación, con una frase que nos marcó dirigiéndose a nosotros nos dijo “ustedes
lo hicieron muy bien, pero… a mí, no me gustó…” genial Martín, que a sus casi
sesenta y cinco años, se marcó un cha-cha-chá con nuestra compi Marta. Todas
las tardes, a la puesta de sol, nos reuníamos en la playa entre palmeras,
tumbados en las hamacas, charlando y echándonos unas risas,
mientras el sol,
poco a poco nos iba diciendo adiós, cayendo lentamente y suavemente hacia la
línea del horizonte, tiñendo el cielo de mil colores, a veces de un rojo rabioso,
otras veces de toda la gama de violetas, amarillos y naranjas, que se dejaban ver a través de las
nubes coloreadas, que se interponían como algodones azucarados de las
ferias, era un momento mágico, no me
extraña que los antiguos egipcios divinizaran a Ra, que moría cada día para
renacer al día siguiente, luego por la noche después de cenar, nos íbamos al
chiringuito a tomar una copa y escuchar la música en directo, que una banda
tocaba cada noche, música conocida, con mucho ritmo, otras muy emotiva como la
de “Hasta siempre” rememorando al Che, que hacía que las emociones salieran a
flor de piel… después de una semana en este lugar, de vivir en una paz,
raramente inigualable, tocó recoger el equipo, hacer la maleta para volver a La
Habana… cargados de recuerdos y momentos fascinantes en las profundidades del
Caribe, donde tú, eres tú y vives en otro mundo, en el que eres un invitado… ya
que no es el tuyo, por eso hay que interactuar lo menos posible… molestar lo
menos posible, solo debes dejar tus burbujas y traerte tus recuerdos… nos vemos en La Habana...
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